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Sostenibilidad: de la transparencia a la gestión de riesgo

12/02/2024

Hoy en día es difícil encontrar una definición unificada sobre sostenibilidad. Esto puede ser como consecuencia de la complejidad detrás del término, la profundidad de la materia y, sin duda, el carácter dinámico de este campo de conocimiento

INDICE

La ventaja es que actualmente disponemos de términos de referencia que pueden ser utilizados para comprender mejor este concepto. Por ejemplo, podemos hablar del desarrollo sostenible, como aquel que permite el desarrollo actual sin sacrificar la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer el suyo propio. Además, este término ya nos ofrece mucha información sobre el carácter largoplacista de la sostenibilidad, y de la necesidad de actuar de manera inmediata para poder atender los desafíos del futuro de manera solvente.

Dónde sí parece que hay un mayor consenso es en el término de finanzas sostenibles. En este caso, nos referimos a la integración de las variables relacionadas con la sostenibilidad (el medioambiente, la sociedad y la gobernanza) en la gestión financiera de los negocios. Pero no sólo eso, también engloba la consideración de estos factores en el sector financiero, una industria crítica e indispensable para alcanzar los objetivos sostenibles de la agenda global, mediante el trasvase de flujos de inversión y financiación.

Precisamente por la transversalidad inherente de la materia, la sostenibilidad debe impregnarse en todos los ámbitos de las empresas: dirección, negocio, área financiera, riesgos, marketing y comunicación, etc. Esto implica la definición de estrategias de sostenibilidad transversales impulsadas desde los órganos de gobierno de las entidades. En este sentido, debemos reconocer un concepto clave: la doble-materialidad. La doble materialidad es un término que reconoce la importancia de aquellas variables ESG que impactan sobre la viabilidad del negocio (materialidad financiera), así como la importancia del impacto que la actividad empresarial genera sobre el medioambiente y la sociedad (materialidad no-financiera).

Tradicionalmente, las estrategias de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) se habían centrado en divulgar y gestionar la materialidad no-financiera, sin embargo, la evidencia empírica ha demostrado que las todas las empresas están inevitablemente expuestas a impactos financieros generados como consecuencia de factores ESG (pérdida de valor de un activo como consecuencia de un catástrofe natural, interrupción de la actividad por conflictos sociales o variables climáticas, pérdida del valor de marca asociado a los riesgos reputacionales, etc.). Es por este motivo que las memorias de sostenibilidad y los Estados de Información No Financiera están evolucionando para incorporar, no sólo cómo las prácticas empresariales responden a unos estándares mínimos de responsabilidad social, sino también cómo las empresas implementan estrategias de gestión para reducir o mitigar los riesgos inherentes a la sostenibilidad.

Debido a esto y muchas razones más, la formación específica en materia de sostenibilidad a los empleados de una empresa es fundamental. Una formación que debe profundizar en conceptos como riesgos climáticos, estrategias de descarbonización, medición de la huella de carbono, gestión de riesgos asociados a la cadena de valor, transparencia interna y externa, políticas de igualdad, etc.

De hecho, es probable que en los próximos años cada vez veamos menos perfiles “especialistas en sostenibilidad”, y más especialistas en riesgos, contabilidad, dirección, marketing, compras, y un largo etcétera, con conocimientos asentados en materia de sostenibilidad.

 

Autora: Claudia Antuña, Socia de Afi